Estos días han caído en la rapidez que a veces quiero vivir para no pensar más. Pero aún con todo lo que tenia en mente no puedo evitar pensar y pensar. Finalmente tantas horas de filosofar en silencio sirvieron para estar tranquila en la primera gran fiesta de fin de año: navidad. Creía que había motivos para que este día fuese triste, pero luego me di cuenta que si bien las cosas no serían como yo las quería o esperaba, habían tantas cosas por las cuales revivir del fondo de mi toda esa alegría que había perdido en este torbellino de fin de año.
No supe decirme cuando había olvidado sonreír y disfrutar de lo que tan cerca tengo y tan poco valoro. Y retomando la mano de este niñito tan indefenso que nacía, la paz llegó y junto con ella la sonrisa sincera, el cariño legítimo. Aún quedan resquicios de las ideas preconcebidas de como habrían sido estos días, pero que más queda que vivir lo que toca, que es algo igualmente lindo y lleno de gente que amo cada día y en cada momento.
Este año, sin penas ni rencores, pude dar abrazos y decir de verdad feliz navidad...