Ruth... tú me preguntas que estoy haciendo en el colegio. Y de eso escribiré hoy.
Dicen que el trabajo es sólo trabajo, y que uno debe marcar el espacio entre eso y la vida personal. Y hasta cierto punto es cierto.
Y a veces me asusto, porque siento que el último tiempo encuentro en el trabajo mucho de lo que necesito para sentirme feliz. Y mis espacios los voy reduciendo sin querer, pero es siempre porque me gusta mantenerme ocupada. ¿Hasta qué punto es bueno qué se den las cosas así? Aún no lo sé...
Pero todo pasa básicamente porque he descubierto tantas alegrías tras esas puertas... niñas que se han ganado mi cariño con sus personalidades diversas. Tal vez puede sonar todo tan falso, o cuático, pero en el fondo yo sé que no es así. Me llena el día sus sonrisas, el ver como sueñan más allá de las ventanas de la sala de clases.
Y agradezco tanto el poder compartir con ellas un poco más de esas horas obligatorias, porque es donde yo he podido clarificar mis propias expectativas, el qué quiero para mi vida. Sé que no estaría estudiando música de no haber tenido la oportunidad de formar un coro; sus ganas de cantar me impulsaron a aprender y perfeccionarme para darles algo mejor... "mi corito", donde puedo canalizar mucho de lo que soy, de lo que siento. Ensayos donde la magia ronda cuando pese al cansancio, a las peleas y mis enojos habituales, en sus caras se refleja alegría y en sus voces una ternura que creo ellas no alcanzan a dimensionar.
Cómo no encontrar alegrías en el trabajo, si allí me topé con un grupo de niñas insistentes que me pedían aprender guitarra. Y con el mínimo impulso que uno les entregó ahora ya tocan grandes avances sólo por su perseverancia y ganas de aprender. Tal vez si alguien las escucha podrá criticar que no lo hacen bien como yo describo aquí, pero sólo ellas y yo sabemos lo que cada una ha avanzado desde que empezamos, y eso me hace feliz. Además porque juntarnos es sinónimo de pasar un rato agradable, donde reímos, conversamos de todo un poco, cantamos y por supuesto tocamos guitarra...
Y siguen apareciendo niñas... ahora un grupo donde no compartimos música, pero donde volamos con las ideas mutuas. Creo que uno de los desafíos grandes este año ha sido el asesorar al centro de alumnas. Porque mis capacidades nunca se habían enfocado a esta área y porque implica un orden que a veces no tengo. Pero uno se topa con mucha gente que a uno la ayuda, y se topa con niñas que tienen rasgos innatos de liderazgo que a uno la mueven de manera casi inconsciente. Tardes enteras de reuniones de donde han salido momentos para repetir: concursos, fiestas, actos, celebraciones, globos... jajaja, de todo un poco.
Esto es como un recuento de lo que he vivido este año en el lugar donde trabajo, y si lo miro así no puedo dejar algo afuera: el apoyo, el cariño, la paciencia y la compañía que muchas personas me han entregado. Es rico sentir que uno no llega a hacer sólo su pega porque hay siempre alguien que a uno le saluda con una sonrisa, que le ayuda cuando anda corriendo y se olvida algo. Gente cariñosa que comparte con uno momentos simples. Gente paciente que disculpa los olvidos y errores que se cometen sin querer. Personas que sin darme cuenta se convirtieron en mis amigas con las cuales he podido compartir inquietudes, que me han apoyado más de lo que merezco tal vez. Horas de conversaciones en las que he escuchado y en las que me han escuchado...
Al mirar todo así, ¿qué puedo hacer para separar el trabajo de mi vida personal si gran parte de mi se está desarrollando y realizando de la mano de él? ¿Tengo que hacerlo?... No sé si separarlo, pero tengo claro que debo desarrollar al mismo tiempo otras áreas que hasta ahora he ido dejando desplazadas... pero eso dará para otra tonta publicación latera como esta, jajaja.
Bueno, se me secaron las palabras... esto era para contarle a mi hermana qué estoy haciendo en el colegio... te quiero mucho y espero haber podido compartir contigo lo que estoy viviendo por estas fechas.