No es pecado dejar de querer, como tampoco lo es el que te dejen de querer.
Así como la vida se encarga de que dos almas encuentren juntas complemento y remanso, también es ella la que en algún momento vuelve a decidir que los caminos se desplacen con distinto sentido y dirección.
Lo difícil es tomar por última vez en tus manos la sensación del abrazo que cobijó tu alma en otras horas, y abrirlas frente al viento que se llevará para siempre ese cariño que ahora sólo será parte del recuerdo.
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