jueves, julio 21, 2011

Un día casi perfecto

Hoy fue un día casi perfecto.
Así me dijo hoy una amiga.

¿Casi perfecto?

Y ante mi pregunta, ¿por qué casi?, la respuesta fue una evasión...
porque la perfección no existe, ¿cierto?

Tal vez ahí está nuestro error, mejor dicho, mi error.

Esperar que la felicidad radique en momentos, espacios, personas perfectas. Y eso no existe, ni existirá.


Si tan sólo pudiese olvidarme de esa palabra, comenzaría a sonreír más.


Si dejase de esperar que los demás no se equivoquen me sentiría más acompañada.


Si viviera en función de lo bueno que pasó hoy y no de lo malo que me hizo sufrir, sería más agradecida del día que se me regala.

Si dejara de buscar desesperadamente mis actos perfectos, me daría cuenta que valgo un poco más...

Autoexigencias, exigencias que te imponen quienes te rodean, sociedad exigente.

Todo me lleva al día "casi perfecto", a la vida "casi perfecta", a los amigos "casi perfectos".

Hoy fue un día "casi perfecto" dijo mi amiga.

Pero agregó algo luego de esa frase que debería yo incorporar al final de cada día que viva...


"Hoy fue un día casi perfecto pero feliz"

Arcoiris

Hoy al despertar por mi ventana vi un arcoiris claramente marcado en el cielo gris.

Y en sus destellantes colores me vi envuelta, olvidando que para poder verlos cuatro gotas de lluvia corrían por el vidrio de mi ventanal.

Caían sin cesar miles de otras gotas. Mis ojos no las veían, porque bailaban felices entre el azul, violeta, rojo, amarillo... y yo sonreía al ver pintado el cielo con vida naranja, con música celeste.

Por unos minutos vi al arcoiris dar vida bajo el efecto de los rayos de sol que se colaban por entre las nubes y la lluvia de un día oscuro. Por unos minutos mi alma respiró profundo y se dejó llenar de luz y color. Y quiso recorrer el cielo con alas que la despojaran del cuerpo que la limitaba y retenía a ras de la tierra húmeda.

Mas de pronto los colores comenzaron a disolverse, y por mi ventana sólo vi gotas de agua que caían frescas. Tras ellas el cielo nuevamente era gris... el arcoiris se marchó y con él los rayos de sol que habían venido a visitar mi habitación.

Ya sin el deslumbramiento del azul, rojo, verde, naranja, ante mí quedó un paisaje opaco. Pero esta vez tenía un matiz de alegría, y es que entendí que basta dejar que un rayo de luz entre en el corazón que derrama gotas de tristeza, para que se llene de colores que cambian la faceta de un mismo paisaje... en sólo un par de minutos.

viernes, julio 01, 2011

Gotas de helada

Sobre la negra noche estrellada hiela.

Hiela sobre la techumbre de mi hogar,
hiela sobre el tejado de una ciudad cansada.

Y al caer el rocío cristalizado
tapa musgos, charcos y seres
que en el frío de la noche
duermen bajo un sueño helado.

Cae el hielo lentamente,
y se cuela sin miedo.

Se cuela por puertas y ventanas,
se cuela en el lugar que habito
se cuela en mis manos,
mis pies,
se cuela en mis pensamientos.

La noche serena deja caer la helada
y en mis párpados el peso del hielo
se deja sentir hasta que se vuelven insensibles.

Insensibles al día, al ruido, a todo el mundo exterior
y me duermo lejos,
muy lejos
de la helada de la noche.
Aquí encontrarán parte de mi historia, parte de lo que soy, algo de lo que vivo día a día...